Fernando Ortiz: una obra con destino de eternidad

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Con una óptica cóncava, el sabio cubano no desdeñó ninguno de los factores de la identidad nacional, al contrario, revalorizó la presencia hispana, y sobre todo, la presencia africana.

Aquel día coincidieron en la casa de Fernando Ortiz personalidades de la cultura cubana, pero no para debates intelectuales ni entrevistas, sino para ver descender por la escalera el cuerpo sin vida del que fuera, según Juan Marinello, el tercer descubridor de Cuba.

Uno de los más jóvenes entre los presentes era, precisamente, Miguel Barnet, quien, según cuenta a Granma, al ver la escena sintió como si le estrujaran el corazón, pues no podía concebir que un hombre, en poco más de 60 años de vida activa, hubiera hecho una obra tan descomunal e importante como la que hizo para la cultura cubana. Era el 10 de abril de 1969, «una mañana infausta para todos los cubanos».

–¿Cómo descubrió la obra de Fernando Ortiz?

–A través de mi vocación de antropólogo. con la creación del Instituto de Etnología y Folclor, en 1961, comencé a visitar su casa, le hicimos entrevistas, y un documental en vida. Lo primero que leí de él fue La clave xilofónica, que es un poema donde él habla de la música cubana. luego leí Los negros brujos, después Los negros esclavos, y el ensayo más grande, en mi opinión personal, más profundo y anticolonialista que se ha escrito en el siglo xx cubano: El contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar. Hay muchos otros importantes, pero ese marca el destino de nuestra Patria.

–De los aportes del sabio a nuestra cultura ¿Cuáles podrían considerarse principales?

–Si Varela nos enseñó en pensar, y José de la Luz nos mostró ese camino hacia el sol del mundo moral, Fernando Ortiz no desdeñó ninguno de los factores de la identidad nacional; al contrario, revalorizó la presencia hispana, pero, sobre todo, la presencia africana. Fíjate que no digo la influencia, sino la presencia, la presencia africana, que es el símbolo que define con mayor lucidez la esencia de lo cubano. No por gusto él dijo: «Cuba sin el negro, no sería Cuba», como mismo podríamos decir también, Cuba sin España no sería Cuba, o Cuba sin Asia no sería Cuba.

«Fernando nos regaló una visión antropológica siendo un abogado y un antropólogo empírico, sin formación académica, pero conocedor de las tendencias más vigentes de su época. No fue un positivista, no fue un relativista, fue un hombre liberal.

«Hizo una definición de la cubanidad y la cubanía que ambas son excelsas, que rompieron con lo que se conocía de la academia norteamericana, con el concepto ya caduco de aculturación. Él dijo: “cubano es quien tiene vocación de serlo”, y esa vocación solo la da la cultura. Solo por ese aporte, Fernando Ortiz es un gigante».

–A pesar de su contribución al esclarecimiento del concepto de la identidad nacional, no resulta una figura del todo reconocida entre los jóvenes, principalmente…

–La obra de Fernando, lamentablemente, es bastante desconocida por la juventud cubana. Mi ambición mayor en la vida es, a través de la Fundación Fernando Ortiz, divulgarla. Quisiera que los jóvenes universitarios se acercaran más a la obra de Fernando Ortiz, porque es una guía, una brújula que nos indica el camino. Nos demostró que lo único que nos salva, verdaderamente, es la cultura, lo único que garantiza la paz es la cultura.

«Creo que hay que crear cátedras Fernando Ortiz, con vigencia en las universidades de Cuba, para que los cubanos tengan la posibilidad de ir a ese pozo maravilloso de conocimiento y luces, que fue reconocido por sus contemporáneos. Él nos enseñó a pensar en cubano, porque no hubo un cubano más martiano que Fernando Ortiz. Conocía al dedillo la obra del Apóstol desde que se publicaron los primeros tomos; por algo lo convocan en el año 1953, para que haga la Oración a Martí».

–¿En qué consiste el trabajo de la Fundación Fernando Ortiz?

–La Fundación tiene un papel importante, es un pivote alrededor del cual se mueve todo el que piensa por Cuba. Mi única aspiración con la Fundación Fernando Ortiz es darles a conocer a las nuevas generaciones esa obra inmensa, y la obra de sus contemporáneos también, la gente que junto con él crearon el grupo Minorista y, más tarde, la revista Avance.

«Llevamos 29 años de existencia, y 25 de la revista Catauro, de etnología, de folclor, en la cual hemos puesto todo, porque es una revista icónica. Todo lo que hace la fundación, los seminarios, los cursos, todo tributa a la revista. Podría borrar toda mi obra personal, que lo que más amo, de lo poco que he hecho por Cuba, es haber creado la Fundación Fernando Ortiz.

«La obra de Fernando, aunque hayan pasado 55 años de su desaparición física, tiene un destino marcado de eternidad, porque es una obra sui generis, que no se parece a la de ningún otro pensador anterior a él; porque él indagó en las profundidades del etnos cubano, pueblo que somos como pocos. Es un faro, incandescente, no hay fuego foráneo, ni bloqueo cultural que pueda apagarla».

 

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