Bríos de Fernando Ortiz

A 130 años de su natalicio

16/07/2011

Una producción editorial de tres títulos y un nuevo número de la revista que la representa fue la mejor manera que encontró la Fundación Fernando Ortiz para celebrar por estos días una sonada jornada de homenaje en su 130 aniversario al insigne sabio cubano cuya obra se encarga la institución de difundir.
La presentación de Catauro, única revista de antropología en el país, fue la primera de las actividades abocadas para el festejo y tuvo lugar en la Oficina del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano donde fue introducida por Miguel Barnet y Alfredo Guevara, presidentes de la Fundación y del Festival, respectivamente.

El número 22 de la publicación resultó del seminario La cultura del huracán en Cuba, concebido previamente para la tirada y cuyas disertaciones constituyen, si bien no todo el material contemplado, la base del trabajo. Así, una Catauro monotemática que giró en torno a este referente sirvió de tributo al libro El huracán, de Fernando Ortiz que, a petición en carta que puede leerse en esta entrega, de Guevara a Barnet, se solicita la reedición del título, previsto ya como proyecto por la Fundación.

Otro espacio fue el ofrecido por el Instituto Cubano de Antropología para introducir dos títulos que constituyen novedades editoriales: Las relaciones raciales en Cuba, estudios contemporáneos, de un colectivo de autores del centro anfitrión y Fernando Ortiz ante el enigma de la criminalidad cubana, de David López Ximeno.

Una valiosa compilación de estudios asociados al complejo fenómeno de los conflictos sociales y el racismo, cuyas investigaciones arrancaron en 1993, cuando debido a la crisis socioeconómica que vivió entonces la isla se agudizaron los roces de este tipo, lo constituye Las relaciones… que, a la vez que llega en sus monografías al tuétano de estos males en poblaciones específicas de la isla, propone también un grupo de recomendaciones para encarar el problema.

Por su parte, López Ximeno nos acerca a una arista poco conocida de Don Fernando, al concentrar su pesquisa en el jurista que también fue el antropólogo cubano. La significación de la Tesis Doctoral de Ortiz y su proyecto de Código Criminal Cubano son tópicos que hallará el lector, quien además podrá recrearse en el tema del hampa o “mala vida” y su relación con los ritos afrocubanos a partir del mestizaje del delito.

De colosal importancia puede calificarse la publicación de El engaño de las razas, ese clásico de la Antropología del Continente que lleva la firma de Ortiz, cuya tercera edición, prologada por Roberto Fernández Retamar y presentada por el propio Retamar y por la doctora Bertha Álvarez, en la Casa del Alba Cultural, aparece reseñada por el colega Pedro de la Hoz, en páginas recientes de este diario.

Para cerrar momentáneamente la jornada —pues nuevas propuestas continuarán engrosando el catálogo de honores que Don Fernando merece— el Aula Magna de la Universidad de San Jerónimo, del Centro Histórico de la Ciudad, acogió a un nutrido grupo de intelectuales y seguidores de la obra orticiana para escuchar a propósito de la efeméride, la certera palabra del antropólogo y poeta Miguel Barnet, líder del proyecto cultural que es la Fundación la cual cuenta ya con 15 años de felices desempeños.

La máxima de la que se hizo eco Ortiz para emprender su labor profesional, “Ciencia, Conciencia, Paciencia”, fue exquisitamente argumentada por Barnet para “honrar y aquilatar como él merece su actitud de cubano ejemplar, su empírica vocación antropológica y la vigencia teórica y práctica de su legado”.
Considerado por el orador como el más útil de los cubanos del siglo XX en las ciencias sociales, se refirió a los aportes que han significado sus resultados investigativos en el ámbito de la historia, la arqueología, la lingüística, la sociología y la antropología.

El concepto de transculturación y la definición de Cuba como un ajiaco, hoy totalmente difundidos y constantemente citados, pero nacidos de los aciertos de Ortiz fueron, entre otros, referentes tomados en cuenta por Barnet para ilustrar la agudeza del sabio.

Hombre comprometido con su época —comentó— se nos presenta desde la altura política de un cubano progresista, defensor de su país y de las ideas más avanzadas de su tiempo, al asumir una actitud consecuente ante los problemas que sufría la sociedad cubana.

“Fue persistente y de esa persistencia surgió su noción de la necesaria paciencia, el rigor científico y la conciencia social, pero tengo la certeza de que esa paciencia ha sido compensada con la expansión paulatina de los valores de su pensamiento y el ejemplo de su acción.”

Madeleine Sautié Rodríguez

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